Varios

EL PASAJE ABANDONADO

(Al pasaje modernista de Cartagena.

Pasaje Conesa)

Volví, desde muy lejos.

En el pasaje

de techo de cristales, modernista,

el entorno era triste, desolado.

Sin embargo

perfumaban los jazmines.

El cielo no era azul

sino traslúcido

cual lágrimas del alba

Las notas del silencio goteaban

perezosas,

por los verdes cabellos

de un helecho asomado a una ventana.

La luz difuminaba en claroscuros

las fachadas, mojando en transparencia

de acuarela sus pinceles de marta.

Todo el pasaje respiraba ausencias

y abandono.

En el centro desmayaba el jazminero.

Dos filas paralelas de columnas

trenzadas de arquerías

escoltaban

paredes desconchadas.

Rejas voluptuosas

alzaban su mirada indiferente.

Ojo de hierro sin párpados mi vida.

Pupilas arrancadas de los muros

esperaban,

colgadas en un rayo fugaz

de sol ensangrentado.

Prisión de soledad.

Bosque sin ramas ni pájaros que aniden

sus ventanas.

Un geranio evocaba la nostalgia

y la fuerza

de actividad lejana.

¡Si llovieran palabras!

Las casas volverían a ser lámparas.

El techo de cristal

devolvería el eco a los balcones.

Volvería la fuente

a derramar su risa con murmullos

de bordón de guitarra.

Acrópolis de fiesta milenaria.

Portal de tierra.

Postigo del agua.

Crucero del viento.

Memoria rescatada.

Húmeda cortina de flores blancas,

temblaría al posarse,

ahuecando las plumas

de sus alas bruñidas

por la escarcha.

LA MAR ESPERA QUIETA

Cuando sepa

Por qué la mar espera quieta

silenciosa y manda, será tarde para ti.

Cuando sepas

Cómo juegan las olas florecientes,

Agazapadas y verdes,

Ya no estarás.

Esperaré,

Sentado como el agua.

Tu barca vino loca,

Embriagada en el gozo de pescar.

Yo,

Cresta de laurel y manzano,

Lanzaba adelfas

Que entusiasmada tomabas al pasar.

Red

Fluorescente de «Jaloques»,

<<Levante>>, <<Maestral>>.

Los vientos se encargaron de apresarte.

Separaron mis brazos,

Sin mirar

Cómo tu barca se hundía,

Lentamente, sellada

Por las redes eternas de la mar.

Cuando sepas

Por qué la mar espera quieta,

Sabrás

Que tempestad es esperar.

BUSCAR HASTA EL INFINITO

Quiero pensar

que el infinito es curvo,

que si por él camino

volveré yo a encontrarte,

que el hueco de mi mano

es todo un cosmos,

que nacen del dolor los múltiples instantes.

Voy a saber

si es brillante la Nada,

si traspasa tu esencia

el núcleo del espacio;

palmar entre mis dedos

la pulpa del vacío que irradia la energía

y estalla en un deseo;

sentir el contrapeso de la esfera

que libera un suspiro

como un péndulo ingrávido.

Quiero seguir

andando entre estos ejes

que enlazan mil senderos

hasta formar con su color

la rosa de los vientos,

y así llegar

de nuevo al Punto Cero,

aquel en que tocamos nuestras manos…

Conchita Ferrando de la Lama

Revista «Agua» (Arte y Ensayo)

No te marches, corazón

No te marches tan lejos, corazón,
que el mar llora tu ausencia en la mañana;
al oído susurra su canción,
mientras ruedan las olas por la playa,
nostálgicos lamentos de pasión,
y tu voz… no acompaña a su guitarra.

Nada ni nadie muere
ni desaparece.
En todo caso, se convierte
en gota de ámbar,
en sonrisa de espiga,
en espuma de rocas
o en petróleo…..

Juntos en el silencio

Juntos en el silencio.

Perseguimos juntos lo imposible.

De tu luz y mi sombra hicimos fuego.

Vivimos, sin querer, en la distancia,

sin cartas, ni palabras, ni deseo;

separándonos el confín del mundo,

uniéndonos la fuerza del recuerdo.

Luchamos, olvidando nuestra angustia,

el corazón entre unos pétalos.

Sin final, sin promesas, sin decir nada,

como el fiel crepúsculo en el cielo,

respirando el calor que el sol reparte

cada día entre montes y senderos.

Luz dorada, suprema,

transparente, desbordada

corriendo a nuestro encuentro.

No sabremos que viento nos atrajo;

que olas nos llevo hacia el mismo puerto.

Enfrente uno del otro, ya tan cerca,

quien alza mi mirada…. y tuve miedo.

¿Qué temí que mis ojos te dijeran?

Lo que quise decirte… en mi silencio.

Continuaré sintiendo tu mirada.

Te seguiré  buscando, sin remedio;

cada cual en un lado de la nada,

nuestro amor, en el centro del recuerdo.

Conchita Ferrando de La Lama

Suéñame

SUÉÑAME

   Fue un sueño repetido noche a noche

 sin que sus claves se me desvelaran.

 Sueño de negra plata:

 Rompía lento el mar

 

  sobre la arena blanca de la playa

 

  y al romper deslizaba un borde de ondas,

   festón de jaras blancas

 

 

 Mecida en el vaivén del rompeolas

 

 me dormí entre las jaras, con el agua.

 

  Gaviota y delfín.

   Delfín y gaviota

 

  Subió, subió la mar; abrió sus alas,

 

  y el mar ya no fue mar……..que fue montaña,

 

     espejo de mi alma.

 

 

  Cielo negro, brillante, transparente

 

  de una playa infinita y solitaria

 

  de arenas nacaradas.

 

 Cerró su abrazo el mar,

 

   guardando su secreto indescifrable.

 

 

 Callaron en silencio los luceros

 

  al despertar el alba.

 

 

 

   ¡ Suéñame ¡

 

  negra noche

  de jaras perfumadas.

 

 

  ¡ Suéñame ¡

 

   Mar azul

 

 que me llevó en sus ramas.

 

Conchita Ferrando de La Lama

La copa del destino

La copa del destino

El mar se levantó de mil colores,

de infinitas estrellas y palmeras;

Muy lejos, el ruido de la fiesta;

Tu solo, ante el silencio de la noche,

con nadie deseaste compartirlo.

Y nunca te asaltó la menor duda,

Tu elección fue siempre sólo tuya:

Beber en esa copa tu destino.


Dolor y soledad,

éxtasis de silencio.

Sabor de libertad,

tan lejos de mis besos

que yo quisiera esta

en tu mar de recuerdos.


Amor sin soledad,

locura de silencios;

Sabor de libertad

tan cerca de mis besos;

nos quisimos amar

junto a este mar tan bello.

***

Conchita Ferrando de La Lama

Solo una gota de luz

Solo una gota de luz

Abriste tus manos y me diste la luz

que tañían las abejas

en el arpa de cera ,

sobre tu piel de vidriera bizantina.

Tu pecho subió al ritmo

de cítaras violeta.

La guitarra  de  sol  de tus caderas

se ensanchó en patio

de camelias blancas,

con la inquietud de los  caballos alazanes

que irrumpieron en la noche

con soberbio galope.

Volaron los pájaros, brillantes de carbón,

navegando al sonido de campanas

empapadas de sol,

acortando el espacio entre el cielo y la tierra,

desandando el camino

espacial sin dejar huellas.

Tu sembraste de fresas el arco cimbrado

de la tarde en tus ojos,

que disparó sus flechas

de cristal y albahaca.

¿Dónde, dónde estás hoy,

luz dorada de mis noches sin contraluces?

Una lágrima helada, espuma de luna y sal

con nieve amarga,

viaja  hacia  detrás del arco iris.

Ya no brotan cerezas en mi huerto.

La noche del estío

exprime  temblorosa  las últimas espigas,

migajas de la tierra

abrasada y sedienta.

No les niegues la magia de tus sueños

que extiende  su color  al universo.

Dales solo una gota de tu luz

Una rosa en mi almohada

………Un soplo en mi pelo
y una rosa en mi almohada…………

Soplaste el pelo en mi frente

mientras tus ojos me acariciaban.

Dejaste en mi pelo un beso

cuando la tarde finalizaba.

Corrió su manto la noche

y tu volviste de madrugada,

amante de mis silencios,

para dejar la rosa en mi almohada.

Secreto de verdes lunas

Secreto de azules sueños

de playas blancas de dunas

y brisa de amores nuevos.


Cascada que se hace fuente

de aquellas islas que ven tu cielo

salpican de luz mis alas

para que eleven al mar su vuelo.

Y tu, con el alba, vuelves

con una rosa de fresco aliento,

la dejas sobre mi almohada

con el aroma de tantos besos.

Secreto de verdes lunas

Secreto de azules sueños.

El mar se llevó las dunas

de locos amores nuevos.

Conchita  Ferrando de La Lama

Sonata de Mar

Sonata del Mar
 
 
Compartir los sentimientos
es presentir
que hay algo más allá del infinito.
 
 
Es cabalgar sobre la luz
por las tinieblas.
Tomar fuerza de su fantasía.
 
 
Saltar cotas sin medida
de la mano
de un sueño imposible.
 
 
Mirar, varado entre dos luces
en la cima del silencio,
frente al grito de la luz.
 
 
 
Caminar con el sol.
Ser mar…..
y al tiempo….ser montaña

Conchita Ferrando de La Lama

Si un día

¿ Y si un día el silencio

pudiera cerrar

los portones del alba?

¿ Y si el sol se quebrara,

gravitando negro,

y un rodillo ciclópeo

alisara montañas y cerros,

amasando la mar y los valles

con betún del Averno ?

………..Pues aun quedaría

un reflejo de luz,

corazón de una flor 

con aroma de noche,

que libere del barro

un arco iris nuevo.

A la nana

Nana, nana, nanita,

se mece el río,

acuna entre sus aguas

al niño mío.

  Duerme, dulce pequeño

en tu cuna de oro:

te alumbran las estrellas,

luz de mis ojos.

  Nana en la charca verde

cantan las ranas.

Nana repite el eco

por las montañas.

Nana, nana, nanita,

dulce amor mío,

para arrullar tus sueños

cantan los grillos.

  La noche clara

cubre los campos

engalanada

por los álamos blancos.

El viento frío

Duerme en silencio,

Funde el rocío,

Se apagan los luceros.

Rueda, Nana habanera

Por los senderos,

Que al calor de los musgos

Sueñan mis versos.

Hay en el bosque

Dos caracoles

Que por la noche

Encienden sus faroles.

Beben escarcha

Los peces rojos,

Y entre las cañas

Se iluminan sus ojos.

Rueda, Nana habanera.

Cuna de jaras,

Que vestirá en colores,

La madrugada

 

 

Original de Conchita Ferrando de la Lama

(Asociación Nacional de Escritores)

Alicia en el país de La Oropéndola

Este cuento, tan breve, fue un encargo publicado en la Revista «Amagredos» en 1999, de la Sociedad Micológica de Castilla – León

 

Alicia en el País de la Oropéndola

   El lamento procedía de un claro en el bosque de abedules. Podía confundirse con el viento de otoño entre las ramas, pero no. Era una bellísima Amanita muscaria, caída entre las hojas secas, quien lloraba amargamente. Ni el resplandeciente color escarlata de su sombrero, ni la blancura de sus laminillas radiales bajo el mismo, ni la tesura de su talo, bastaban para hacerla feliz. Algo terrible le había ocurrido.-«Alguien ha cambiado el cuento -se quejaba- ya ahora estoy aquí, abandonada, mientras Alicia corre por los caminos de detrás del espejo, mordisqueando trocitos de mi carne, creciendo y creciendo por encima de los abetos, o encogiéndose hasta desaparecer entre las flores del prado, persiguiendo a ese absurdo Conejo Blanco, sin saber que soy yo, la Oropéndola loca, quien llena de vértigo y aventura su historia».

   Lloraba y lloraba la Amanita y, cuanto más se quejaba, más roja y luminosa aparecía su pamela, inundando el bosque con su luz.

-«Si al menos, alguien le dijera a la Oruga que fuma en pipa que avise a Alicia… Hay que devolverme al cuento porque si no, cuando aparezca la Reina de Corazones dirá: ¡Que le corten la cabeza al intruso que ha cambiado la historia».

   Entre las copas de los árboles aparecieron unos enormes cristales redondos enmarcando unos ojos malhumorados, y una voz alterada concedió:

-«¡Está bien «matamoscas»! Deja ya de gimotear. El Conejo Blanco llevará un ramo de flores blancas mágicas, y Alicia encontrará a la Oruga fumando su pipa sentada sobre tu hongo. ¡A ver cómo te las arreglas para dosificar tus efectos maravillosos y sacarla del lío en que se va a meter!» Y dicho esto desapareció.

(Seguramente Lewis Carrol tampoco estaba muy seguro de cómo sacar a Alicia de allí sin revelar ciertos secretos valiosos acerca de los enteógenos). En la primera versión, Alicia olfatea las flores blancas cuando se le caen al Conejo (alucinógenas), posteriormente «autocensurada» para evitar complicaciones sustituyendo el autor las flores por los guantes blancos del Conejo.

Conchita Ferrando de La Lama

Miembro de la Asociación Nacional de Escritores